El transporte de personas y mercancías ha estado siempre presente en la historia de las civilizaciones. Primero como una importante herramienta de supervivencia de los individuos, y después como factor garante de la interacción social, del afán aventurero del hombre y del intercambio comercial. En la medida en que la movilidad aumenta la capacidad de generar riqueza material y de extender el dominio y la territorialidad, abre el horizonte natural para ampliar las bases del poder. Naciones e imperios han sustentado su crecimiento en la capacidad de llegar a territorios lejanos. El nivel económico de las naciones que hoy componen el mundo desarrollado tiene como denominador común la consolidación de su infraestructura de transporte y la incorporación de nuevas tecnologías en su operación.