Las mujeres y hombres de ascendencia africana se representan socialmente como “objetos de aventura cultural”. Existe una marca instrumentalizadora de la violencia del género-sexo agudizada por la racialización del cuerpo; la cual representa, objetiviza y “enclaustra” las mujeres y hombres afrodescendientes en las categorías de “cuerpos calientes”, “verracas”, “fuertes”, “salvajes”: cuerpos encadenados. Dado que las representaciones sociales preforman los comportamientos humanos y las prácticas sociales, los discursos e imaginarios sobre hombres y mujeres afrodescendientes tiende a la “desechabilización”. En este sentido, la aventura cultural constituye una marca violenta contra la dignidad y la humanidad, el ser, de las mujeres y hombres afrodescendientes. En el caso de los hombres, además, hay una continuidad del discurso de “macho viril” que “desechabiliza”, y a su vez preforma una construcción de la masculinidad, la sexualidad, identidad sexual y relación con otras sexualidades. De esta manera, se construyen sujetos, hombres y mujeres, que transitan por caminos del alejamiento del ser afectuoso, delicado y cercanía en las relaciones sociales, familiares y de pareja.