La Iglesia Católica asumió inicialmente el papel de la prensa como la propagadora de los "errores doctrinales" contra el dogma. Sin embargo, al transcurrir el siglo XIX, su postura sobre ella fue cambiando. Más bien, la llegó a contemplar como uno de sus principales canales ideológicos y doctrinales. En Costa Rica, por las condiciones de alfabetización del país, fue hasta el último tercio del siglo XIX en que la Iglesia se apropió de este espacio escrito, constituyendo así una forma ideal para sus intereses en atacar y, al mismo tiempo, defenderse de los que consideraba sus enemigos: el liberalismo, la masonería y el protestantismo.