El concepto de Estado prudencial se emplea en este trabajo por primera vez aunque estaba implícito en toda la obra de François Ewald, que, sin embargo, prefirió hablar de la sucesión de las tres etapas por las que ha atravesado — las de previsión, prevención y precaución (PPP) — presididas por los correspondientes principios, considerándolas como formas o estadios del ejercicio de la prudencia. Existe un derecho prudencial, de aparición relativamente reciente, que señala específicamente a la supervisión mercantil y financiera. En general, se ha llegado a hablar de una historia de la prudencia, asociada a toda la historia del derecho (y de la jurisprudencia), pero no de un Estado prudencial, probablemente porque, como sucede en la Filosofía del Derecho, de Hegel, la lechuza de Minerva solo levanta su vuelo al crepúsculo, que en este caso coincide con el momento en que estalla su crisis y hay que afrontar su reforma, porque, antes de reformarlo, hay que proceder a su deconstrucción. Pero, aunque sin saberlo, en realidad hace mucho tiempo que venimos hablando del Estado prudencial: al menos, desde que Bismarck puso los fundamentos del Estado de Bienestar.