Instaurar el denominado posicionamiento gerencial de la mujer en el contexto universitario, no es tarea fácil, por ello, nada más preciso como un paradigma emergente como la complejidad, para hacer florecer estas verdades veladas desde la historia sobre la cual se circunscribe la historiografía femenina. La complejidad se articula entonces al interior de la mujer, para consolidar su identidad, imbricando los diferentes entes que la conforman, la cual lleva a una especie de difuminación de las fronteras como sujeto social, al conectarse perfectamente, desde allí, aprehender y transformar ese aprendizaje para sí. El paradigma complementa la instancia desde donde se pretendió la reconstrucción, reconocimiento y reconceptualización de la noción de mujer, más allá de las especificaciones sostenidas por el discurso de la masculinidad, incluso desde la práctica misma de la feminidad.