La evolución de los acontecimientos en el suceder de los tiempos, ha llevado a reflexiones sobre el quehacer educacional, o lo que es lo mismo, sobre su rol en la construcción de una sociedad renovada. Está, no puede hacerse, sin pensar sobre la educación de ciudadanos críticos, constructivos y reflexivos para una sociedad donde la información y el conocimiento prevalecerá por sobre otras fuentes de poder y bienestar. Los procesos que acompañan la evolución de las sociedades experimentan continuas transformaciones no siempre suscritas a determinados contextos, sino que devienen como formas de manifestación personal y colectiva. Dichas situaciones se expresan en el cotidiano transcurrir: desde las decisiones más transcendentales, como lo efímero del tiempo y la relativización del espacio, hasta en los acontecimientos más cruciales, y a los que no se substrae ninguna realidad, por el contrario, su implicación resulta una relación envolvente entre la tecnología y la cultura. La premisa representa a la “aceleración de la historia”, y su derivada, a la “aldea global”.