La extraordinaria influencia que ejerce sobre la sociedad el paso vertiginoso de los avances de la tecnología y de la modernidad, específicamente en las nuevas generaciones, se ha convertido en todo un reto para un educador que pretenda orientar una clase de literatura en un aula de básica secundaria y media vocacional. Los nuevos lenguajes, tendencias y estilos de las diversas manifestaciones artísticas, de la música por ejemplo, atrapan la atención de los adolescentes y moldean sus intereses; sin dejar de lado el cine, las telenovelas y las series sobre la mafia y el crimen organizado; los reality y los videojuegos; y por último el BlackBerry. No se pretende de ningún modo afirmar que todo este fenómeno sea nocivo, pero sí lo es el abuso, el uso indiscriminado y la falta de orientación del mismo. Dicho fenómeno y la misma publicidad con que se propaga, son en sí mismos un vehículo de nueva cultura, con todo lo que implica su amplia gama de términos y de variadas formas de expresión; tornando más disímiles los códigos de comunicación entre maestro y alumno, y en muchos casos, abriendo cada vez más la brecha generacional.