El presente texto es un intento de repensar nuestra propia filosofía. Para ello hemos escogido el siglo XVIII y al médico y Cosmógrafo Mayor Cosme Bueno. Este pensador nos ha permitido hurgar en los fundamentos de la ciencia y medicina del Perú en el siglo XVIII, curiosamente un periodo entendido como ilustrado y moderno. Sin embargo más bien hemos encontrado a un intelectual que aunque conocedor de las teorías modernas que tuvo a su alcance, también era cercano al organicismo y al hermetismo, y además persistió en él un cuidado por mantener y resguardar la fe cristiana. Este cosmógrafo, que en su época representó a la ciencia, como médico deja entrever su afinidad con Aristóteles con respecto a la noción de alma, los límites del conocimiento humano y la grandeza de la naturaleza al mostrarse como un gran misterio. Todo esto nos lleva a reflexionar sobre nuestra filosofía y ciencia, así como los compromisos teóricos y ontológicos que tuvo con paradigmas científicos además del mecanicismo.