De manera general las obras viales o proyectos camineros, transcurren a través de diferentes sectores con características ambientales de distinta sensibilidad, ya sean diferentes pisos ecológicos o diferentes zonas de características específicas, por lo que para la calificación y valoración de impactos se recurre a artilugios como la división por tramos, generando volúmenes de información que complican y a veces confunden al especialista al momento de calificar y también al lector, generando demasiada subjetividad en la valoración en sí. Por otra parte, es muy difícil utilizar una matriz como la de Leopold o similar para calificar cualitativamente un trazo que atraviesa sectores de bosque y sectores áridos, sectores vírgenes y sectores antropizados, sectores húmedos y sectores secos, etc., por lo que, y para el caso específico de obras viales, resulta de mucha utilidad el planteamiento gráfico de valoración de impactos mediante distintas tonalidades a lo largo y alrededor de la ruta de manera que se nos presente una especie de radiografía de la intensidad de los impactos generados, logrando poner mayor atención y énfasis en los sectores visiblemente críticos.