La filosofía no tiene un valor en sí mismo sino en relación a la forma en que se nos da a la Vida. El inconsciente, por otro lado, es ese lugar fundamental para la creación en arte, ese campo de fuerzas informal y caótico donde las fuerzas entran en relación, donde no existen ni formas ni representaciones. Donde el pensamiento está sometido a la acción del tiempo presentando un punto de vista de la historicidad del pensar, donde las fuerzas del afuera que afectan al pensar se temporizan. Donde el problema no es conocer la cosa en su generalidad sino crear un concepto “hecho a la medida", a fin de expresar su singularidad. Nada está simplemente ahí delante para ser meramente captado. La sensación nos impacta en el sistema nervioso sin pasar por el cerebro aconteciendo como un movimiento que pasa de un orden a otro. No está afuera en el fenómeno aunque este la provoca, sino que es algo que de alguna manera toca al artista que lo conmueve, porque forma parte tanto de él como de lo que está observando, es de alguna manera un “entre.” Entonces, acontece la captura de lo sensible como tal, el “ser” mismo de lo sensible agenciando creación pura.