Cada región o espacio social posee una semiósfera que se interconecta con una “cultura de la pasión” y, que no es otra cosa más que padecer el desenvolvimiento de un cosmodrama. Expuesto en un dispositivo simbólico y, que vamos adquiriendo desde que nacemos y, es con el que alimentamos nuestro Ser. La totalidad de la energía Cosmotrónica que llega a la tierra, circula y se distribuye por toda su superficie de manera particular. Originando toda una realidad variadísima que reconocemos según sus formas, naturalezas y características ecogeográficas. Por ello resulta muy importante los análisis psicotrónicos, es decir, los enlaces psíquicos (psico) y, energéticos (trónicos), para comprender realmente quienes somos, por qué somos así, a qué energías respondemos y, cómo se formatean en un código y dispositivo simbólico. Mismo que conforman la fuerza o “lazos primarios” y, con ello la identidad de la “hermandad”. Necesitamos humanamente ser partícipes de un cosmodrama. La afiliación nos da sentido de grupo, de vida e, identidad. Su ausencia, hasta la muerte. De allí la importancia de adentrarnos a desentrañar y comprender cuál es la semiótica de la pasión, a la que estamos afiliados.