Cuando se examina la conciencia en profundidad la primera disyuntiva que surge con la aparición del fenómeno, es sobre si hay algo para alguien o si hay alguien para algo. Si la presencia de alguien posibilita la aparición de algo o si la aparición de algo posibilita que alguien lo presencie. En otras palabras, si la preexistencia de algo precisa de una dimensión consciente para existir, o si es la dimensión consciente la que tiene que destinarse a algo para efectuarse. Son dos aspectos que agotan el campo de la dimensión consciente, pero que, según se caiga de un lado o del otro, la conciencia posibilita la existencia de los eventos o los eventos condicionan la posibilidad de lo consciente. En un caso la actividad de la conciencia es meramente receptiva, pero en el otro, exige de la conciencia un darse hacia lo que contempla, un acto creador. La cualidad esencial de la conciencia trae consigo esta disquisición primera que necesita apaciguarse y que para nosotros, solamente es posible considerando una interrelación de cuerpos que se comunican en el centro fenomenológico del Tiempo.