Este libro estudia la concentración de prolactina en sangre y líquido cefalorraquídeo de un grupo de infectados por el virus de la inmunodeficiencia humana, los que fueron divididos en dos subgrupos según que mostrasen o no evidencia de padecer otras infecciones simultáneas. Los resultados revelan que la hiperprolactinemia es un hallazgo frecuente en infectados por el HIV, existiendo una correlación positiva estadísticamente significativa entre las concentraciones de prolactina y de inmunoglobulina G en la sangre periférica. La hiperprolactinemia resultó significativamente más frecuente en infectados por el HIV que presentaban infecciones secundarias al compararlos con infectados asintomáticos por el HIV, aunque la concentración de prolactina circulante no se correlacionó con la carga viral. La concentración de prolactina en el líquido cefalorraquídeo de infectados por el HIV resultó significativamente más alta que en controles seronegativos. Por último, los niveles de prolactina en líquido cefalorraquideo se asociaron significativamente con el grado de atrofia cerebral confirmado por imágenes, sugiriendo que el daño de la barrera hematoencefálica sería el mecanismo responsable.