La obra se enfoca a la difusión de la hermenéutica y de la metódica jurídica que permiten a los operadores del Derecho asumir una labor interpretativa racional en el proceso de concreción de norma. Recaba en la idea de que si el Derecho posibilita la justicia, es el juez quien la concreta, quien la materializa o la desvirtúa. Ello a tono con la Teoría Constitucional contemporánea en tanto permite entender que el Derecho no se agota en el legislado sino que también se integra, crea y evoluciona en sede judicial, asumido como una “empresa interpretativa”. Simpatiza con las tesis “judicialistas” del Derecho que redimensionan el papel del juez, hasta el punto de considerarlo pieza clave del sistema democrático, en cuanto goza de un alto grado de discrecionalidad-libertad en el ejercicio de su actividad, siempre y cuando se enmarque en el respeto por la Constitución y los Derechos Fundamentales. Aplaude esa especie de “revolución togada” que se operó en la justicia constitucional colombiana de 1992 a 2001 y lamenta que desde entonces se decantase por la conservación del statu quo.