Es poco edificante descalificar un pensamiento por no concordar con el nuestro. El más elemental historicismo nos obliga a evaluar un sistema de ideas a partir de su propio contexto y desde sus referencias teóricas y no desde presupuestos ajenos a este. El nacionalismo liberal desempeñó roles tan protagónicos en los procesos históricos y culturales de la primera mitad del siglo XX, que lo ameritan para ser reconocido como parte genuina de las tradiciones ideológicas de la Nación cubana. Son probatorios la oposición a la injerencia norteamericana realizada por los hombres adscriptos a la virtud doméstica; el nacionalismo económico, cultural y político que acompaña ese extraordinario proceso definido como redespertar de la conciencia nacional, a partir de los años veinte; o los aportes de la Ortodoxia al desarrollo de una conciencia crítica en la coyuntura de los cincuenta.