La mortalidad infantil siempre ha sido una excelente métrica de salud que ha posibilitado evaluar el avance o el retroceso en materia de salud de un país, una región o una localidad. También lo han sido, pero en menor grado, las tasas de mortalidad de uno a cuatro años y las de menores de cinco años. Estos tres indicadores también han permitido reflejar las condiciones socioeconómicas de los pueblos. De allí su frecuente utilización, que no ha decaído con el paso del tiempo. Este trabajo nos muestra como un país en proceso de desarrollo, logró abatir una altísima mortalidad infantil,que en algunas décadas superó las doscientas defunciones por cada mil nacidos, hasta llegar a tener una tasa actual menor a nueve por mil nacidos vivos. Proeza del personal de salud de Costa Rica y de sus políticos, quienes priorizaron el sector sanitario y el educativo, por encima de otros intereses nacionales.