La cardiopatía isquémica, es la primera causa de muerte en países desarrollados, aumentando su incidencia también en los países en vías de desarrollo, donde puede reportar hasta el 25% de todas las causas de muerte. Muchas son las herramientas que posee el cardiólogo para el diagnóstico adecuado de esta entidad, una buena historia clínica, el electrocardiograma (ECG) de reposo y/o esfuerzo y los exámenes paraclínicos han permitido diagnosticar la isquemia miocárdica. En casos donde estas técnicas no son concluyentes, los métodos adicionales de imagen para la demostración de isquemia pueden ser útiles para definir si el paciente es portador o no de una cardiopatía isquémica. En este contexto surge el ecoestrés; se trata en definitiva de una técnica que evalúa la respuesta de la contractilidad miocárdica regional a un determinado apremio físico y/o farmacológico. Por lo que se realizó el estudio que presentamos para, entre otros objetivos, medir la sensibilidad y la especificidad de esta prueba diagnóstica, que entre sus ventajas muestra, la baja tasa de complicaciones que posee. Los resultados concordaron con los que reporta la mayor parte de la literatura consultada