El ictus isquémico o accidente cerebrovascular (ACV) isquémico, supone una disminución del riego sanguíneo en una región del tejido cerebral durante un periodo de tiempo variable, que conlleva la muerte neuronal de dicha área, conocida como “core del infarto”, y como consecuencia, su pérdida de funcionalidad. En sus proximidades encontraremos la zona de “penumbra isquémica” en la que sí que hay una perfusión residual con viabilidad celular. En la etapa inicial o fase aguda del ictus isquémico, debido al daño producido, se desencadenará a su vez la liberación de citoquinas proinflamatorias y factores tróficos responsables de la aparición de inflamación y edema, que favorecerán una mayor neurodegeneración a través de procesos necróticos y apoptóticos resultantes. Será en este periodo, donde actuará la terapia farmacológica y quirúrgica actual, mediando el restablecimiento de la perfusión sanguínea en el core del infarto. Los estudios en modelos animales nos han permitido un conocimiento más completo de la patología pudiendo así desarrollar nuevos campos de actuación sobre los que incidir para la recuperación.Las células madre se presentan como una alternativa terapéutica beneficiosa