¿Soy homosexual?, ¿me habré infectado de VIH?, ¿mi pareja me engaña?, ¿por qué mi cuerpo no es tan atractivo como el de las demás?; ¿qué haré para que mi pene sea de un tamaño adecuado?, las anteriores, y una extensa gama de preguntas relacionadas con la sexualidad humana atacan inclementemente a la población. Los temores al qué dirán, al juicio, la mala atención, y muchos prejuicios generan una enorme resistencia a plantear dichas cuestiones. La resistencia disminuye cuando, la persona que tiene la duda solo tiene que hacer una llamada telefónica, mandar un correo electrónico, consultar un diario, ingresar a Internet, escuchar la radio o mirar la televisión para plantear su duda y, lo mejor de todo, para recibir una respuesta pronta, libre de juicios y de regaños. Son las y los jóvenes quienes principalmente hacen uso de esta posibilidad de consulta, muchas preguntas tienen que ver con infecciones de trasmisión sexual, embarazos no planeados, imagen corporal y autoestima, preferencia sexogenérica, así como con conflictos personales, familiares y sociales relacionados con el inicio de su actividad sexual.Las dudas no matan, lo que puede matar es la falta de respuestas oportunas.